CAPÍTULO
I
LAS SECTAS Y EL OPUS DEI
4. El líder carismático
Los sectarios suelen ser esclavos de un mesías, siguiendo la
terminología de Pepe Rodríguez que, incluso, llega a dar
tal título a uno de sus libros sobre las sectas. Según
este autor en las sectas hay dos cuerpos doctrinales íntimamente
ligados, pero perfectamente diferenciables. Uno es el de la doctrina
del mito personal y el otro es el de la doctrina revelada. La doctrina
del mito personal consiste en una sobrevaloración de todas las
cualidades humanas del dirigente, hasta adorarlo con valores y
habilidades propias de la divinidad.
En las sectas -siguen ilustrándonos -se equipara rango
jerárquico con madurez espiritual, cosa lógica si vemos
que la base de la pirámide la ocupan los neófitos y la
cúspide es monopolizada por el dirigente. Por tanto, una
confidencia sobre el Maestro tendrá tanto más valor y
fuerza cuanto más elevado jerárquicamente esté el
emisor de la misma. Este mecanismo origina otro hecho fundamental:
sólo el dirigente (vértice de la pirámide) tiene
derecho a la "doctrina del mito personal escrita y a ser adorado a
través de ella".
En la doctrina del mito personal no sólo se diviniza la
biografía del dirigente, sino que también se le inventa
un pasado y formación intelectual acorde. El objetivo es el
situar al dirigente en una posición tan elevada (en cualidades
físicas, morales y espirituales) que jamás ningún
adepto podrá ni tan siquiera soñar con llegar a ella. La
consecuencia de ello, una vez aceptada la posición del dirigente
como la "perfecta", es el cese de toda crítica y el sometimiento
total del discípulo a la voluntad del "maestro perfecto". (52) En este resumen
sinóptico de la teoría del líder
carismático expuesta por el escritor Pepe Rodríguez se
condesa la tipología estereotipada que se repite en todas las
sectas con pequeñas variantes.
Otro detalle apunta que matiza aún más esa teoría
y es que "los dirigentes de las sectas salen de la nada social y pasan
a crear y moldear una masa que no tendrá otro objeto que el de
seguirles u obedecerles ciegamente. Todos pretenden haber sido 'iluminados' por la divinidad". (53)
En todos los supuestos se aprecia una ostensible megalomanía del
líder carismático, siendo su autoridad sobre la grey
omnímoda y absoluta.
Es curioso constatar cómo "a nivel simbólico está
demostrado que los componentes de un grupo ven en éste a la
madre y en el líder al PADRE" (54) y éste es
justamente el apelativo y la nomenclatura que los adeptos reservan para
Escrivá de Balaguer.
El culto al Fundador ha alcanzado extremo inaudito dentro de la Obra de
Dios. Como nos narra Alberto Moncada en su Historia oral del Opus Dei los
opusdeístas se reconocen a sí mismos como miembros de una
familia en la que el Padre es el personaje principal. La historia de
estos primeros cincuenta años del Opus Dei no es sino una
biografía ampliada de Monseñor Escrivá, de su
evolución psicológica, de sus relaciones con propios y
extraños y de la obediencia incondicionada de sus gentes.
Esta obediencia, esta devoción
al Padre, se convierte en razón de vivir para sus hijos,
en clave para sus vivencias religiosas y termina oscureciendo cualquier
otro modo de entender la vocación del Opus Dei. El culto a la
personalidad del Padre, en el que los analistas ven la mayor dificultad
para una modificación de la trayectoria opusdeísta, se
engendró en el espíritu de ese hombre cuya fe en su
destino le hacía decir: "He conocido a siete papas, cientos de
cardenales, miles de obispos. Pero fundadores del Opus Dei sólo
hay uno". (55)
El "Padre" Escrivá se rodeaba siempre de sus más
íntimos leales y sus apariciones al grueso de los socios se
producían en un ambiente colectivo y, a ser posible, con chicos
jóvenes y gente adicta. (56)
El paroxismo de lo reverencial, en relación al Fundador de la
secta, nos lo narra Luis Carandell (57) cuando escribe que los
miembros del Opus Dei se arrodillan ante el Fundador (los cristianos se
arrodillan generalmente sólo ante el Santísimo). Todas
las mañanas, en la residencia romana, una doncella con cofia
entra en la cámara presidencial mientras monseñor
desayuna y arrodillándose, deposita sobre la mesa una bandeja de
plata con la correspondencia. Todos sus hijos se hincan de hinojos para
besarle la mano. Y aquí hay otro dato que confirma una vez
más el profundo rasgo de su carácter. Monseñor
"tolera" estas manifestaciones de la veneración que le profesan
sus hijos, pero desea institucionalizar la costumbre que tienen de
arrodillarse ante él para que no pueda pensarse que hay en su
aceptación la menor sombra de vanidad, soberbia o engreimiento.
Un antiguo miembro que desempeñó en su tiempo cargos de
gran responsabilidad en la Obra me contaba - prosigue Carandell - que,
en un congreso General del Opus Dei, al que asistió poco antes
de abandonar el Instituto, el único punto que se discutió
con verdadera amplitud, y sobre el cual se llegó a un acuerdo,
fue el de la obligatoriedad de que los miembros se arrodillaran ante el
Presidente General, quienquiera que fuese. Esto se hizo "para que el
sucesor del Padre Escrivá no se sintiera humillado" recordando
que los miembros se arrodillaban ante el Fundador.
El "Padre" Escrivá, líder carismático, está
dentro del grupo situado en un pedestal inaccesible, habiéndose
mitificado en vida.
Para descubrir a los sectarios, el propio Carandell nos da una clave al
indicarnos que (58)
la prueba decisiva para saber si una persona es del Opus es hablarle
despectivamente del "Padre". Saltan enseguida. Ellos alegan que es su
"padre" y que cualquier persona saltaría si le hablaran mal de
su padre.
Pilar Salarrullana, ex-senadora y ex-diputada, ha escrito un
interesante libro sobre Las sectas
como testimonio vivo sobre los mesías del terror en
España, donde señala que el líder es una
característica esencial de las sectas, pues es "un personaje
mesiánico, carismático, con un gran encanto personal y un
gran poder de atracción y sugestión, lo que los
psicólogos llaman un "paranoico expansivo", que se hace
dueño de cuerpos y mentes y, por supuesto, de la cartera de sus
adeptos. Se autodenomina sigue diciendo Pilar Salarrullana
-"gurú", "maestro", "profeta", "reverendo", "Swami", "pastor",
"presidente", "comandante" o "PADRE". En el Opus han adoptado esta
última denominación.
Para Salarrullana, el "Padre" es el que lo sabe todo, lo controla todo
y lo preveé todo. No se puede dudar de su palabra, ni de sus
escritos, ni de sus mandatos; no se le puede desobedecer jamás.
El Propio "padre" Escrivá se refería a los miembros del
Opus Dei diciendo que son sus "hijos" y sus "hijas", por eso
tenían que arrodillarse ante él cuando estaban en su
presencia.
Hasta tales extremos del paroxismo mitificador de la figura del
líder se llega a que, con tal de dejar al "Padre" en buen lugar,
no importaba mentir, ni trastocar los hechos, nos aclara en un amplio
reportaje publicado en la revista femenina Marie Claire una numeraria
que denomina su artículo La
historia amarga de una numeraria del Opus. (59)
Otra de las características que se dan en ese tipo de personajes
es que suelen poner al mismo nivel de importancia que la Escritura los
escritos del Fundador de la secta -el ejemplo lo tenemos en el librito Camino, escrito por el "Padre"
-teniendo que ser interpretada la Palabra de Dios conforme a los
caprichos exegéticos y a las enseñanzas del líder
de la secta.
Por consiguiente, la afiliación en la Obra es sumisión
absoluta, y el derecho del Padre lo abarca todo. Los hijos de
Escrivá son como borricos de noria: una vuelta, otra vuelta,
más vueltas, amarrados al palo que hace moverse la noria.
Están atados al Padre; ni pueden ni saben hacer ni pensar nada
fuera de la fuerza magnética del Padre. Podemos decir que viven
drogados. (60)
Escrivá de Balaguer es una poderosa droga para los que se dejen
atrapar en sus potentes mallas de tela de araña. Tan alto es el
grado de intoxicación que padecen y al que están
sometidos, que en el pensamiento, en la palabra, en los hechos, no es
Cristo el que está, es el "Padre".
Nada más gráfico y representativo que la imagen del burro
de noria, siempre andando, dando vueltas, para no ir a ninguna parte.
El padre Escrivá insta a sus "hijos" a ser, en lo espiritual,
como los borricos de noria. Y entre los socios de la Obra se puso de
moda tener en sus casas una figurilla de cerámica, de paja o de
madera, que representara un burrito con albardas. (61) La presencia del
burrillo en el recibimiento de una casa, en la antesala de un despacho,
podía ser un indicio que el experto opusdeiólogo
debía tener en cuenta para determinar si el inquilino
pertenecía a la Obra.
Covadonga Carcedo, una ex-agregada de Asturias, denunciaba
públicamente al Opus Dei diciendo: "El Opus es una mafia que lo
controla todo. Yo que me he hecho apóstata gracias al Opus Dei,
quiero descubrir a mis conciudadanos la hipocresía de esas
personas, todas ellas hijas espirituales de José María
Escrivá de Balaguer, un marqués al que aspiran llevar a
los altares". (62)
Al hablar de las sectas, hoy y aquí, el periodista Pepe
Rodríguez se cuestiona también si sería
interesante estudiar por qué hay tantos líderes
españoles en determinadas sectas con una homosexualidad
manifiesta o latente.
REFERENCIAS
52. Rodríguez, "Esclavos de un Mesías", pp 44-46.
53. Idid, p 28.
54. Ibid, p 78.
55. Moncada, "Historia oral del Opus Dei", pp 12-13.
56. Moncada, "El Opus Dei: Una interpretación", p 125.
57. Carandell, p 98.
58. Ibid, p 23.
59. Revista "Marie Claire" (December 1987).
60. Cobo Martínez, Nicolás Cobo, "Faro inconfundible",
No. 23 (Junio 1988).
61. Carandell, p 125.
62. Carcedo, Covadonga. "Interviú" (04 Junio 1988).
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