CAPÍTULO
I
LAS SECTAS Y EL OPUS DEI
12. Totalitarismo y fanatismo
Las máximas y consignas elaboradas por el propio Padre/fundador
son tajantes y no dan lugar a controversia. Así leemos en Camino:
941: "Obedecer..., camino seguro.-
Obedecer ciegamente al superior..., camino de santidad.- Obedecer en tu
apostolado..., el único camino; porque, en la Obra Dios, el
espíritu ha de ser OBEDECER O MARCHARSE".
484: "Tu deber es ser instrumento".
617: "Obedecer, como en manos de un artista obedece un instrumento -que
no se para a considerar por qué hace esto o lo otro -seguro de
que nunca se os mandará cosa que no sea buena y para toda la
gloria de Dios".
622: "¡Qué bien has entendido la obediencia cuando me has
escrito: "obedecer siempre es ser mártir sin morir!".
619: "... nunca olvides que eres solamente ejecutor".
Por su parte, las Constituciones de la Obra abundan en la obediencia;
citaremos como ejemplo algunos de sus artículos:
Artículo 31.3 - Dondequiera que
haya dos miembros del Instituto, a fin de no verse privados del
mérito de la obediencia, ha de guardarse siempre una cierta
subordinación, por medio de la cual el uno quede sometido al
otro según orden de precedencia".
Artículo 148.- La incorporación al Instituto exige un
voto privado comunitario reconocido de obediencia. En virtud de ese
voto, todos los miembros del Instituto, Numerarios y Oblatos, profesan
una obediencia plena y en todos los aspectos al Presidente General y a
los propios superiores.
Al neófito del Opus Dei se le dice textualmente. "Renuncias a
ser tú, para ser Opus Dei". (132) No existe
abdicación tan completa del individuo en provecho de un aparato
burocrático como la que se lleva a cabo en el Opus.
Escrivá escribió en unas de sus misivas a sus hijos: "El
que pone la mano en el arado no debe volver la cabeza atrás". En
la Obra se practica una intransigencia a ultranza, en una actitud
orgánicamente totalitaria.
Hay una canción o himno que se canta a menudo en los centros e
instituciones del Opus Dei. Se titula "Anda, borrico". (133) También otra
letrilla dice: No se va de mi memoria / lo que me han dicho llegar /
Vas a ser burro de noria / Borrico siempre serás...
El propio Antonio Senillosa, ex-diputado y que ocupó una
dirección general en el Ministerio de AAEE manifiesta que (134) no es partidario de
"obedecer ciegamente al superior" según reza la máxima
941, añadiendo que "Camino me parece un libro delirante y de una
aterradora pobreza intelectual".
En la Obra se repite machaconamente y con insistencia: "¡si no
puedes alabar, cállate!" (135)
La obediencia ciega se conjuga con el control de los miembros, que
abarca el control de gastos, lecturas y horario de actividades, (136) independientemente de
que al militante se le dan directrices a través de la
confesión, cuyo secreto se viola para participar al superior en
los planes político-religiosos de la Obra.
Cada semana el Opus edita una lista de novedades literarias
clasificadas y calificadas según su estricta observancia. (137) Un círculo al
lado del título de una obra significa que puede ser leída
por los socios con cuidado. Dos círculos que sólo puede
ser leída por directivos de la Obra y personas muy preparadas.
Tres círculos es la condenación al olvido: nadie puede
leerlo.
Las revistas de información general están prohibidas.
Como decía el Fundador "hay que cuidar la vista, la revista y la
entrevista".
Nos cuenta una ex-miembro de la Obra (138) que una vez se
dirigió a la encargada de la biblioteca para que la dejase un
libro para leer. Recuerda que la dió El principito a pesar de
que tenía 23 años y ya lo había leído
doscientas veces. Cualquier libro que, según sus inefables
criterios contenga peligro, no se puede leer.
Otro ejemplo: testimonia M.R.S., (139) que pasó 14
años de su vida en el Opus. Fue presionada para que ejerciese su
profesión tal como la Obra deseaba. Tras estudiar
Filosofía y Letras ejerció como profesora de arte y
decoración; fue la directora de Delsa, empresa que coordina las
librerías del Opus y después, durante seis años,
directora de la sala de arte Neblí. Debido a su prestigio, a los
15 días de salir del Opus ya dirigía la Sala Durán
de Madrid. M.R.S. opina que "en el Opus no se te deja avanzar como
persona, ni pensar. Tus directoras viven obsesionadas por los peligros
que conlleva una vida laboral normal para una mujer. Si llegaba a casa
más tarde de las 21,30 había bronca. No podía
tomar café con un cliente y para hablar con él
tenía que tener la puerta abierta. Profesionalmente no
podía leer nada sin el correspondiente permiso".
El espíritu de la Obra consiste en una obediencia irracional y
en una absoluta fidelidad al Padre y a sus sátrapas. Se te
impregna que la obediencia más importante es la obediencia que
Cristo nos enseñó en el Monte de los Olivos, es la
sumisión de la inteligencia al aceptar la voluntad de Dios, sin
entenderla. (140)
¿Y la libertad? El
padre quiere a sus hijos muy libres, pero haciendo exactamente,
prontamente, únicamente lo que él quiere. Ese es el
secreto de la libertad.
La palabra de orden en el Opus podría sintetizarse en la
exigencia de "¡Cumplid las
normas. Sed salvajemente sinceros con vuestros superiores y no
habrá ningún problema!" lanzada por el Padre y que se
engloba dentro de la infancia espiritual a la que se deben los miembros
del Opus.
Cuando los "enganchados" se quieren dar cuenta, ya no son dueños
de su respiración y muy pronto se empieza a comprender
cuál es el alcance exacto del voto de obediencia, que consiste
en decir que sí a todo lo que les proponga, a todo lo que les
sugieran, pues "en casa cuando se exige algo con más fuerza es
diciendo, por favor", por lo que eliminan de su vocabulario el
término órdenes para admitir mejor el de "sugerencias"
que deben cumplirse al pie de la letra.
El voto de obediencia significa aceptar sin condicionamientos la voluntad de Dios, expresada a
través de los superiores de la Obra. Lo que aterra es
pensar que esas constituciones las obedecen seres que ocupan cargos de
responsabilidad públicos políticos y financieros. La
dependencia de estos señores socios de sus superiores es tal que
incluso alcanza a lo profesional. (141) El voto de obediencia
en una institución tan jerarquizada como el Opus Dei supone una
entrega absoluta de la voluntad y de la capacidad de decisión.
Pero lo que resulta aún más increíble es que
invocando los preceptos de la religión, poniendo por premisa el
propio nombre de Dios, apoyándose en los mandamientos de la ley
divina, se posibilite que el fuerte domine al débil y que aun
esté agradecido al tirano porque gracias a la esclavitud a la
que le somete en esta tierra, le promete la santidad y el reino de los
cielos en la ultratumba.
Naturalmente se prohíbe la crítica, la opinión
contraria, la discrepancia que el Padre / Fundador interpreta en Camino como pura
"habladuría", "faena de comadres", "trapisondas, enredos,
chismes, cuentos e insidias", porque la "obediencia debe ser muda".
La crítica al "dogma" sectario se tipifica de sacrilegio. Como
antídoto, la capacidad de perdonar -tan gratuitamente adquirida
como la de culpabilizar - no es más que un mecanismo destinado a
magnificar el poder de la autoridad y a reforzar la correspondiente
capacidad de castigar. (142)
El perdón es el premio a la sumisión, así como el
castigo es el "premio" que corresponde a quien se empeña en no
seguir las pautas del grupo.
La lealtad a la persona del Padre debe ser incuestionada. "Rendir
juicio" (143)
significa lograr la máxima disponibilidad para la obediencia,
que impone la obligada censura intelectual, que en el interior del Opus
posee incluso una oficina entre cuyas misiones está la de
elaborar un grueso índice de libros y autores prohibidos para
los de la Obra, para cuya lectura hace falta el permiso del Padre. (144)
Por lo general el hombre de la calle, el profano, ignora hasta
qué grado una persona está comprometida con el Opus, dado
que los votos no se pronuncian públicamente, como sucede en las
grandes y tradicionales Órdenes religiosas aunque el voto de la
secta sea equiparable. (145)
¿Pueden tener sus miembros dos personalidades distintas
según el plano en que se desarrolle su acción? El
juramento que prestan los miembros "numerarios" y "supernumerarios"
tiene un contenido inquietante: "Con mi superior mayor inmediato o
supremo, según la gravedad del caso... consultaré siempre
acerca de los problemas profesionales, sociales y todos los
demás, aunque esto no constituya materia directa del voto de
obediencia, pero sin transferir las responsabilidades al propio
superior". Se establecen entre los miembros de la prelatura y la propia
prelatura vínculos estables mutuos, permaneciendo los miembros y
siempre y en todo moralmente bajo la dirección de sus superiores
que exigen a sus adeptos una disciplina estricta, por lo que cabe
preguntarse (146)
¿Cuáles son los límites exactos de la libertad de
que dispone un miembro de la Obra en el cuadro de su vida profesional e
inversamente, en qué medida se ve comprometido el Opus por las
actividades personales, cívicas y políticas de sus
miembros en sentido pleno?
REFERENCIAS
132. Ynfante, "La prodigiosa aventura del Opus Dei", p 390.
133. Carandell, p 122.
134 De Senillosa, Antonio, en "¿Por qué no es Ud.
Del Opus Dei?", p 194.
135. Moreno, "El Opus Dei, anexo a una historia", p 44.
136. Magaña, p 29.
137. Aroca, Santiago, "Tiempo" (30 junio 1986).
138. "Marie Claire" (diciembre 1987).
139. Diario "El País" (01 mayo 1988).
140. Gracia,Vicente, "En el nombre del padre" (Barcelona:Editorial
Bruguera, 1980), p 40.
141. De Castro Feito, Dr. Luis, en "¿Por qué no es Ud.
Del Opus Dei?", p 6.
142. Rodríguez, "Esclavos de un Mesías", p 99.
143. Moncada, "Historia oral del Opus Dei", p 100.
144. Ibid, p 117.
145. Wast, Jesuítas, Opus Dei y Cursillos de Cristiandad, p 62.
146. Artigues, p 99.
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