CAPÍTULO III


CRIPTOJUDAÍSMO Y EL OPUS DEI


9. Influencias jesuísticas en el Opus Dei


Escrivá recibió una influencia jesuítica por un doble vínculo. Su confesor inicial del que recibiera "el primer estímulo para la construcción de la Obra se lo dio a José María un miembro de la Compañía de Jesús", (186) el padre Valentín Sánchez. La relación entre el Escrivá joven y su consejero espiritual, el jesuita padre Sánchez, fue al principio íntima, cordial, fluída, en plena compenetración. Del padre Sánchez recibiría unos consejos y una enseñanza que jamás olvidaría. La amistad entre confesante y confesor perduró hasta 1940, año en que tuvo lugar "un borrascoso encuentro, después de que el Padre Sánchez leyera la documentación que Escrivá pensaba someter al estudio del obispo, criticó duramente algunos artículos de los Estatutos y despidió poco amigablemente a Escrivá".  (187) Aquel año Escrivá cambió de confesor, de Sánchez a Portillo.

El segundo vínculo de inspiración para Escrivá que recibió de los jesuitas fue el descubrimiento de un texto publicado por primera vez en Paderbon, en Westfalia en 1661, conocido como Monita Secreta, donde se recogen las instrucciones secretas de los jesuitas. Era uno de sus textos predilectos, lo conocía muy bien, lo estudió, lo devoró, le inspiró. Cabría pensar que los dos libros que más decisivamente conformaron la voluntad de Escrivá en los anales previos a la fundación del Opus Dei fueron El libro del Kahal de Jacob Brafmann y Monita Secreta de los jesuitas.

Sobre los jesuitas se han escrito muchos volúmenes, pero quizá todavía esté por escribir un estudio exhaustivo de las concomitancias judías dentro de la Compañía de Jesús; Julio Caro Baroja en el volumen segundo de su obra Los judíos en España, escribe: "es sabido que en pleno siglo XVII los hijos de los conversos y aun judaizantes, estudiaron a menudo con los jesuitas de las diversas ciudades, donde estos tenían colegios y que de ellos salieron hombres que de un lado poseían una sólida educación talmúdica y de otro, profundos conocimientos escolásticos, como Isaac Cardoso, el apologista de Israel. (188)

Nos sigue narrando el insigne antropólogo cómo "entre jesuitas y judíos había ocultas y estrechas relaciones y que en suma, la llamada moral jesuítica era una moral talmúdica". (189)

No hay que olvidar que según el padre Miguel Marcos - allá por los años 1593 - de los 27 jesuitas que habían firmado memoriales contra la organización vigente de la Compañía, no menos de 25 eran cristianos nuevos, incluido Acosta, como tampoco, a este respecto, tiene que pasar desapercibido, que el segundo "Papa Negro", el "General de la Compañía de Jesús" después de San Ignacio de Loyola, el Padre Laínez, era de raza judía.

De los jesuitas Escrivá tomó el patrón para su obra al querer a su semejanza crear un instrumento pasivo y obediente que se extendiera por el mundo entero para su dominio, que al igual que los jesuitas, en su futura organización todos sus miembros caminaran a la voz de su mando, como soldados disciplinados.

Para Escrivá fue una gran revelación conocer la cartilla, sólo conocida por los miembros superiores de la orden jesuita y esto después de asegurarse que no se comunicaría nada de su contenido a nadie y que se renegaría del mismo si ello conviniere a la Compañía, llamada Monita Secreta.

El manual de las instrucciones secretas no fue nunca impreso, era manuscrito y se encontró, por manos profanas, por primera vez en París, en el convento de los jesuitas, escrito por la mano del erudito Brothier, que era el bibliotecario de la Compañía. Su texto concuerda íntegramente con el que más tarde se encontraría en la casa Ruremonde, en Bélgica y que fue consignado en el Tribunal de Justicia de Bruselas cuando los jesuitas fueron expulsados del pais... La unidad del texto de estas instrucciones secretas, sólo conocidas por los principales miembros de la Compañía, eliminan cualquier duda sobre su autenticidad. Ch. Sauvestre publicaría en Francia, en 1861, una edición de la Monita Secreta con comentarios muy interesantes y curiosos.

En España vio la luz por primera vez como apéndice de la Historia resumida de la Compañía de Jesús que escribió Fernando Garrido y se publicó en 1880.

En la Biblioteca de Río de Janeiro se encuentra un ejemplar manuscrito que fuera hallado en el colegio de los padres de la Compañía de Jesús cuando fueron detenidos en 1720.

La redacción definitiva se atribuye al padre Claudio Aquaviva, cuarto General de los jesuitas y reformador de la Compañía basándose en las recomendaciones recibidas de sus predecesores.

Esas instrucciones posiblemente fueron una fuente de inspiración y una herramienta inestimable en manos de Escrivá. Vamos a seleccionar algunas de las disposiciones que se aplican y se enseñan en el Opus Dei:

Tratar de alcanzar la benevolencia, principalmente de los eclesiásticos y de los seglares que ejerzan autoridad, de la que algún día podrán necesitar.

- Que todos parezcan estar inspirados del mismo espíritu y que aprendan a tener los mismos modales.

- Cómprense las propiedades a nombres de amigos fieles que presten sólo el nombre y que guarden el secreto. Para que nuestra pobreza se vea mejor conviene que las tierras que se posean junto a cualquier colegio estén a nombre de otros alejados, lo que impedirá que los príncipes y magistrados sepan a cuánto ascienden las rentas de la sociedad.

- Que los nuestros sólo recorran las ciudades ricas con la intención de residir allí.

- A las viejas viudas hay que indicarles nuestra extrema pobreza para sacarles cuanto dinero se pueda.

- Que sólo el provincial sepa a cuanto ascienden nuestros ingresos; pero que la suma del tesoro de la Compañía, en Roma, sea un misterio sagrado.

- Es preciso consagrar nuestros esfuerzos a atraer el ánimo y la simpatía de los príncipes y personas más importantes a fin de que nadie se atreva contra nosotros.

- Se captará la simpatía de las princesas por medio de sus ayas y criadas; para eso es preciso conseguir la amistad de éstas, que es el medio de entrar en todas partes y llegar a saber los negocios más secretos de las familias.

- Que los nuestros consigan de los Obispos el gobierno de las iglesias y que los feligreses estén sometidos a la Sociedad, que sacará de ellos todo lo que se pueda.

- Se deberá influir en los prelados cuando se trate de la beatificación o canonización de los nuestros.

- Que los nuestros dirijan a los príncipes y hombres ilustres, de forma que parezca que sólo tienden a la mayor gloria de Dios y a la austeridad de conciencia.

- Hacer creer a los príncipes y a los que ejercen autoridad que nuestra Sociedad contiene la perfección de todas las demás órdenes, excepto el canto y la austeridad exterior, en la manera de vivir y de trabajar.

Formas de conquistar a las viudas ricas:

-Proporcionarles un confesor que las dirija a fin de que mantengan su estado de viudedad, afirmándoles que de esta forma tendrán el mérito eterno y un medio eficaz para evitar las penas del purgatorio.

-Apartarlas de las conversaciones y de las visitas de los que las busquen.

- Apartar a los criados que no estén en buenas relaciones con la Sociedad, recomendando que los sustituyan por individuos que dependan o quieran depender de los nuestros para que nos informen de lo que pasa en la familia.

- El confesor no debe tener a la vista otro objetivo que el de inducir a la viuda a seguirle en todos sus consejos, demostrándole, cuando tenga ocasión, que esta obediencia es la condición única para su perfección espiritual.

- Debe aconsejarle el uso frecuente de la penitencia en la que descubra sus más secretos pensamientos y sus tentaciones.

- Hay que inducir a la viuda a hacer donativos, aprovechando hábilmente la disposición espiritual.

- No se las debe tratar con demasiado rigor en la confesión para que no la aborrezcan, pues se puede perder su simpatía.

- Debe evitarse hábilmente que visiten otras iglesias o que asistan a otras fiestas religiosas, repitiéndolas con frecuencia que todas las indulgencias concedidas a otras órdenes están acumuladas en nuestra Sociedad.

- Hay que hacer que la viuda disponga de sus rentas a favor de nuestra Sociedad, para que de esta manera llegar a ser santa y hágasele concebir la esperanza de ser canonizada si persiste hasta el fin.

- Si no diera todos sus bienes en vida, debe procurarse ocasión, principalmente cuando esté enferma o corra peligro de muerte, para recordarle la pobreza de nuestros colegios y los muchos que están por fundarse, induciendo, con dulzura pero con fuerza, a contribuir a estos gastos si quiere entrar en la gloria eterna.

- Cuando se nos ofrezca alguna cosa, no se desperdiciará la ocasión de recibir.

- Lo que se dijo sobre las viudas sirve para los comerciantes, para los ricos casados y sin hijos, de los cuales la Sociedad quedará heredera si con prudencia se emplean los medios indicados.

- A las personas devotas que aspiran con ardor a la perfección hay que inducirlas a donar todos sus bienes a la Sociedad, para alcanzar la perfección suprema.

- Aunque con prudencia, hay que infundir miedo con el infierno, o por lo menos con el purgatorio, haciéndoles presente que, así como el agua apaga el fuego, la limosna apaga el pecado.

- Debe expulsarse de nuestra Sociedad a los que tengan escrúpulos de adquirir bienes y riquezas para la Sociedad.

Cómo se procederá con los expulsados de la Sociedad:

- Antes de expulsarlos obligarles a prometer por escrito y a jurar que no dirán ni escribirán cosa alguna en perjuicio de la Compañía. Los superiores conservarán, escritas por los propios expulsados, sus malas inclinaciones, sus defectos y vicios confesados en descargo de su conciencia según es la costumbre de la Sociedad, de los cuales, en caso de necesidad, los superiores se servirán, revelándolos a los grandes y a los prelados.

- Se deberá escribir a todos los colegios anunciándoles las expulsiones, exagerando las razones que las motivan, previniendo que no tengan relaciones con ellos, diciendo en todas partes que la Sociedad no expulsa a persona alguna sin razones poderosas, igual que al mar se arrojan los cadáveres.

- En las exhortaciones domésticas se tratará de convencer a todos los miembros que los expulsados son individuos inestables, exagerando los infortunios de los que perecerán miserablemente por salirse de la Sociedad.

- Cuando se descubra algún hecho indigno y censurable de su conducta se deberá divulgar... Tanto los expulsados y sobre todo los que voluntariamente dejan la Sociedad deben ser completamente anulados.

- Hay que trabajar con mucha cautela para escoger a los hombres de talento, guapos y nobles o que sobresalgan.

- Hay que hacerles comprender que sólo por gracia especial de la Providencia ellos son los escogidos entre tantos que frecuentan el colegio.

- En las exhortaciones hay que censurarles amenazándoles con la condenación eterna si no obedecen a la vocación divina.

- Hay que advertirles eficazmente que no revelen su vocación a ninguno de sus amigos, ni siquiera a sus padres, antes de ser admitidos...

En esta selección se constata como Escrivá plagió, copió literalmente, puso en vigor y consumó las Instrucciones que había aprendido en su manual de Monita Secreta. Sin este texto hubiera sido difícil para él iniciar la andadura del Opus Dei.



REFERENCIAS

186. Ricci, Marina, Revista "30 Días", No. 5 (Mayo 1990), p 16.
187. Ibid, p 17.
188. Caro Baroja, "Los judíos en España", Vol II, p 252.
189. Ibid, p 253.
        René Fulop Miller, "El poder y el secreto de los jesuitas", pp 216-221
        S. Pey Ordeix, "Jesuitas y judíos ante la República".


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