CAPÍTULO III


CRIPTOJUDAÍSMO Y EL OPUS DEI


1. El problema del Criptojudaísmo en España


El tema del criptojudaísmo en España ha sido consciente y voluntariamente soslayado, no teniéndose la menor idea de la existencia del problema converso, sin cuyo conocimiento no es posible comprender la historia de España, ni explicar los hechos que están acaeciendo en la actualidad (1). De ahí la imperiosa necesidad, si se permite, la urgencia, de sacar a la luz tan importante y transcendental cuestión, divulgarla, estudiarla serena y detenidamente, refrescar la memoria histórica, tan quebrada y olvidadiza del pueblo español, para que se conozca uno de los grandes enigmas ocultos de nuestro pasado que más inquina y rencor ha rezumado contra lo nacional y lo cristiano.

Desconocer donde se encuentra el enemigo es estar de antemano condenado a ser aniquilado por éste (2) por ello la ley y el esclarecimiento, el desenmascaramiento y la apuesta en escena será la primera etapa de la liberación.

No exagera el judío Roth cuando escribe que la "historia de los cristianos nuevos constituye una parte inseparable de las de Portugal y España en el período de su mayor brillo (3) siendo un fragmento esencial de la historia eclesiástica, con amplias conexiones con la política, la literatura y la economía. Tanto que continua el mismo autor que "el país clásico del criptojudaísmo es España. La tradición ha sido allí tan prolongada y general que es de sospechar la existencia de una predisposición marránica en la misma atmósfera del país" (4).

 Julio Caro Baroja (5) investiga que el examen de la voz griega "Kryptós" y de la latina "secretus" los diccionarios nos dan las siguientes acepciones: 1) cubierto o encubierto; 2) escondido, oscuro, ininteligible; 3) disimulado, engañoso. Por ello el judaísmo hispano adquiere carácter de cosa encubierta al quedar fuera de la ley y al hacerse encubierto presenta también los consabidos rasgos de mendacidad y disimulo.

A los judíos conversos que continuaban observando en secreto los ritos judaicos se les denomina "marranos" que, según Covarrubias, el origen de esta palabra hay que buscarla en el habla de los moros, que llamaban marrano al puerco de un año. Otros autores la hacen derivar del verbo marrar, del latín aberrare, desviarse de lo recto, por lo que este término se acuñó en España desde principios del siglo XV para designar a los cristianos nuevos que se desviaban "del buen camino iniciado con la conversión" guardando en forma solapada y oculta el ritual hebreo. Otros han querido derivar la palabra de la raíz árabe murain (6) que significa hipócrita, o bien de murar, apóstata. Así mismo se la quiere relacionar con otra palabra hebrea muranita que era la vara con la que se castigaba a los excomulgados, aunque en cualquier caso, marrano equivale al puerco o cerdo en castellano.

Criptojudíos son los judíos clandestinos que en público aparentan ser musulmanes, cristianos o de otra religión, pero que en secreto son judíos. Eran los falsos conversos. Es muy difícil, cuando no imposible, que un judío, hombre o mujer, se convierta sinceramente y realmente a otra religión; cuando lo hacen fingidamente, se convierten en espías o agentes de infiltración o control en la religión que falsamente adoptan (7).

 Según Heine "Las acciones y los gestos de los judíos, al igual que sus costumbres, son cosas ignoradas por todo el mundo. Creen conocerlos porque han visto sus barbas; pero no han visto nada más que eso y, como en la Edad Media, los judíos continúan siendo un misterio ambulante" (8). El poeta Heine, era judío y sabía a que atenerse. Pero el que no se conozca el problema no quiere decir que no exista, lo que sucede que al ser un problema desconocido es no entendido.

Ténganse en cuenta que el judaísmo es indeleble: no hay bautismo de agua ni de sangre que lo borre. Los apóstatas del judaísmo son raros aunque muchos sean los que fingen abandonarlo para servirlo mejor (9). No importa que se haya bautizado. Un judío bautizado no deja por eso de ser judío, pues le está permitido engañar a los "idólatras" haciéndoles creer que pertenecen a su culto, pues así lo prescribe su bendito Yore de áh. (10) Para los criptojudíos, el bautismo de agua no borra el bautismo de sangre de la Sinagoga.

 Así lo habla el Señor Dios, por boca del profeta Jeremías (111:10) cuando dice que "el pérfido Judá no ha vuelto a mí de todo corazón; lo ha hecho con falsía". Por eso, en cualquier nación que habite, y aunque detrás de él haya habido veinte generaciones nacidas en esa tierra, el judío se siente siempre cautivo, como sus antepasados en la orilla de los ríos de Babilonia. (11).

  La transhumancia ficticia de religión comienza en España a partir de 1391, fecha en la que son decenas de miles los nuevos cristianos que entran en apariencia a formar parte de la Iglesia, habiéndose hecho estimaciones y cálculos de la población judeoconversa en el siglo XV que oscilaban entre 250.000 y 300.000 personas (12). Y si el problema converso ya era grave, lo fue más a partir de 1492 con la avalancha de nuevas conversiones que se produjeron (13) que a nadie podían convencer de su sinceridad.

Ese aluvión de judíos conversos dió origen al nacimiento de una nueva clase, la de los conversos, que pronto y desde su nuevo status y situación comenzaron a trepar acaparando riquezas y honores. (14)

  Los conversos continuaban en su inmensa mayoría judaizando, teniendo de cristianos sólo el nombre, manteniendo intacta su relación con la ley mosaica en su intimidad , y entre los de su raza que la inspiraban confianza. Hacia 1460 fundaron entre sí una especie de secta que tuvo una cierta importancia y que su lema podía resumirse del siguiente tenor: "en este mundo no me verás padecer, en el otro no me verás ajusticiado". (15) Tenían dos caras, dos rostros, dos nombres, dos personalidades, un solo arraigo y una sola obediencia ciega.

 Los judíos a lo largo de la Edad Media, por ser responsables colectivamente del pecado de Deicidio, se hacían repelentes al pueblo que además les consideraba usureros, astutos, soberbios y de aspecto ingrato. (16) Cuando por diversas causas pidieron el bautismo se sospechaba que lo hacían sin fe alguna, lo que no impidió que como muchos de los falsos conversos eran de "familias pudientes y adineradas, pronto hubiera cantidad de personalidades de todas clases muy bien situadas dentro de la sociedad cristiana, salidas de entre los nuevamente convertidos". (17) Eran estos neófitos, por lo común, apóstatas e hipócritas.

Los criptojudíos dichos se mantuvieron fieles a su ritualismo casero, conservando un más o menos limitado número de creencias y prescripciones, dentro de la tradición talmúdica, ajustándose a una estructura social que les permitiría vivir con un mínimo de garantías, practicando incluso la endogamia y contrayendo nupcias entre parientes para mantener la cohesión y el secreto, por lo que, para Julio Caro Baroja, desde fines del siglo XV hasta comienzos del XVIII, las grandes ciudades de España se vieron repletas de estos criptojudíos que daban al problema judío en sí un aire más misterioso y equívoco.(18) En el siglo XIX Pérez Galdós recogía la tradición de que gran parte de las familias de comerciantes asentados alrededor de la Plaza Mayor de Madrid, descendían de judíos, subsistiendo en España, en todo momento, una sociedad criptojudía que decidió "con frecuencia los destinos económicos de grandes y chicos" (19).
 
 Una cosa es el bautismo -ceremonia formal para muchos judíos- y otra la verdadera conversión en sí. Los judíos bautizados seguían siendo judíos aunque de otro modo. Se bautizaban sin convertirse. Se daba una mezcla de cristianismo formal, incluso exagerado para afuera, y la práctica clandestina de los ritos judaicos, ocultando la fe secreta a los propios hijos, para revelársela más tarde, cuando se les creía capaces de guardar el secreto. (20) Los conversos resistieron obstinadamente en su ambigüedad religiosa.
  
Para un prestigioso historiador (21) los criptojudíos no tenía sino un afán: el de hacerse ricos cuanto antes, emigrar sus caudales y huir de España; su ansia consistía en escapar a las juderías de Amsterdam o de Bayona y volver a vivir en paz con su conciencia como judíos públicos, por lo que "aquella máquina criptojudía que gobernaba la economía española trabajaba del revés. Era un motor no menos potente que en otros tiempos, pero su eficacia se expresaba en efectos negativos, desde el punto de vista de los intereses nacionales".
  
La perversión del grupo criptojudío interior era innegable como grupo de presión y controlador de los intereses económicos españoles. Para Fernández Suárez (22) los criptojudíos españoles estaban en comunicación con centros exteriores resueltamente consagrados a destruir el imperio español por medio de la política y la guerra y a sorberle -era también un modo de destruirlo- sus recursos financieros. De este modo el peligro para la nación, que se había tratado de evitar con la unidad religiosa, se hizo mucho más agudo y actuante pues se creó un aparato que trabajaba contra los intereses del país, dentro y fuera, eficazmente organizado, y cuyo dinamismo destructor se alimentaba en la perduración del conflicto secularmente mantenido y estimulado por las reacciones que el propio conflicto suscitaba de una parte y de otra". Un recurso más del criptojudaísmo fue su mimetismo para incrustarse, metido en sus repliegues genuinos y secretos, en la sociedad tradicional española, en la que los conversos ricos - y con mayor motivo si eran criptojudíos- se buscaban el respaldo de una estirpe hidalga, comprándola a veces, pura y simplemente.
  
Para Sombart la súbita multiplicación de falsos cristianos constituye un fenómeno tan extraordinario, tan único en la historia de la humanidad, que uno queda asombrado y estupefacto cada vez que tiene ocasión de profundizar en el tema, por esa lucha inaudita y singular donde el disimulo más congénito y la perseverancia más tenaz eran sus mejores recursos. Los criptojudíos no se apartaron del judaísmo más que en apariencia, como combatientes que adoptan el camuflaje del uniforme de sus enemigos y enarbolan su bandera con la intención de atacarle con mayor seguridad y para aniquilar con más vigor.
  
El cristiano asimilado podría abstenerse de pensar en hebreo o de leer libros judíos, pero en el carácter esencial de todas sus pasiones y de todos sus actos seguía siendo íntima e intrínsecamente judío, porque el judío no puede cambiar "aunque lo desee" y haga lo que haga, según nos confirma L. Lewisohn.
  
Los procesos del Santo Oficio contra los criptojudíos desde el siglo XV al XIX se elevan a 30.847 procesos conocidos y a 37.862 el número total estimativo de procesos según el siguiente desglose: (23)


TRIBUNAL
No PROCESOS % AUMENTO
RECONCILIADOS
RELAJADOS
RELAJADOS
TOTAL

CONOCIDOS


ESTATUA
PERSONA
ESTIM
BARCELONA
1294
-
595
655
44
1294
CANARIAS
27
-
16
11
-
27
CÓRDOBA
1295
82%
2532
194
620
3166
CORTE
359
-
301
35
23
358
CUENCA
2758
20%
2670
469
161
3300
GRANADA
1677
-
1509
106
62
1877
LOGROÑO
166
300%
464
24?
12?
500
LLERENA
1088
200%
2029
61?
86?
2176
MAYORCA
1072
-
475
477
120
1072
MURCIA
866
80%
1209
70?
221
1500
SANTIAGO
483
-
420
44
19
483
SEVILLA
8117
20%
8540
159?
1041
9740
TOLEDO
7798
-
6689
748
361
7798
VALENCIA
2261
-
1043
143
7152
261
VALLADOLID
975
100%
1717
43?
140
1900
ZARAGOZA
609
-
416
70
123
609
TOTAL
30847
-
30805
3309?
3748?
37862


 Para los criptojudíos "los sacerdotes cristianos eran viles perseguidores del pueblo elegido y conservaban su odio a todo lo cristiano", por lo que se valía de la máscara de la religión cristiana para seguir materializando sus negocios tratando de pasar desapercibidos externamente y continuando tejiendo una red interna clandestina.
  
El problema del criptojudaísmo no ha sido un tema circunstancial de un momento determinado de la historia, ni se puede concretar a los aledaños del 31 de marzo de 1492 cuando se estampaba la firma en el decreto de expulsión o alternativamente la elección del bautismo para permanecer residiendo en los reinos. Hubo judío conversos anteriores al Decreto de Expulsión pues ya en el año 1480 "dos rabinos visitaron Guadalupe para cerciorarse si los conversos de allí observaban adecuadamente el judaísmo" (24) En pleno siglo XVII el problema del judaísmo seguía en pie. (25) El converso español se refleja en nuestra literatura adoptando vestimentas y ropajes de mil caracterizaciones. En Rinconete y Cotadillo, Cervantes narra las andanzas de un judío sevillano que vestido de clérigo se dedicaba a cometer todo tipo de estafas, falsedades y engaños, personaje que "parece arrancado de la realidad"(26).
  
Quevedo nos narra vicisitudes y fechorías, dobleces y tipología de los falsos cristianos en muchas de sus obras, pues eran muy numerosos y abundantes los judíos embozados y ocultos que llevaban con gran disimulo su falta de sinceridad.
  
En la época de Felipe V rebrotan y se repiten los procesos contra los judaizantes españoles y como ejemplo vemos cómo en un auto de fe celebrado en Toledo el 19 de marzo de 1721 salieron varios judaizantes de la tierra y en ese mismo año, el 18 de mayo, en Madrid afloraban en auto de fe judaizantes de esos contornos.
  
George Borrow, viajero inglés que recorría España en 1836, en su obra The bible of Spain nos refleja su impresión al ver por primera vez a Mendizábal pensando para sus adentros "I have seen a glance very similar to that amongst the Beni Israel". Y no se equivocaba en absoluto. Borrow nos da en sus obras una síntesis del criptojudaísmo español que Caro Baroja establece en los puntos siguientes:

    1. El criptojudío tiene dos nombres: uno para cuando anda entre los cristianos, y otro, el de su linaje y su familia hebrea.
    2. El criptojudío sabe dos lenguas.
    3. El criptojudío tiene dos familias, con dos mujeres. Una es aquella con la que está casado legalmente; otra es la "amiga". Pero para él en realidad son ambas esposas. Este sistema de bigamia es corriente entre los judíos del Norte de África.
    4. El criptojudío está mal considerado, es sospechoso para el pueblo. Pero está en buenas relaciones con la gente influyente y rica porque sus negocios usurarios le dan fuerza económica. También tiene comprados a los agentes inferiores de la justicia como alguaciles y corchetes.
    5. El criptojudío conoce a los que son de su misma condición y tiene conciencia de la categoría religiosa de ciertos linajes.
    6. Hay criptojudíos en todas las escalas sociales desde humildes criados hasta arzobispos de la Iglesia católica (27).

Realmente el marrano era la metamorfosis del judaísmo público en el secreto, lo que hacía más peligroso y difícil de detectar, transmitiendo su fe subterránea de "padres a hijos". (28) Pérez Galdós en su obra también nos da múltiples ejemplos de la pervivencia del criptojudaísmo en los túneles de la sociedad española del XIX, como lo hizo notar agudamente Mercedes Formica (29) al detectar que sus personajes críticos que nos desvela la enigmática "Fortunata y Jacinta" donde Santa Cruz es apellido judío, como Santa María, como Aguado...descubriéndonos que el cuidado que pone en la cesta de la compra de hoy la madre de Santa Cruz y su fiel escudero procede de la preocupación de la familia por comprar comida Kasher, es decir comida, sacrificada ritualmente y por matarifes judíos, subrayando también la boda de Juanillo con la borrosa y bondadosa Jacinta como unión entre seres de una misma raza y donde aparece el racismo judío. La devoción de Jacinta no significa nada, por muy cristiana que sea. El fondo hebreo queda... Galdós representa en su Obra al judaísmo secreto hispano.
  
El criptojudaísmo ha perdurado hasta nuestros días. Un testimonio irrefutable lo encontramos en el diario ABC del 23 de marzo de 1969 donde con el título de Los problemas de nuestras minorias sefarditas se transcribe una carta de fecha 2 de febrero de ese mismo año de la Señorita Judith que escribe desde Madrid la que dirigiéndose a la escritora Mercedes Formica y "teniendo en cuenta su amplitud de espíritu, le suplicó unas líneas en las páginas ABC que sirvan para disipar mis dudas y las de no pocas personas que tienen el mismo problema acerca de la posición que debemos adoptar en esta nueva época de libertad religiosa los españoles que, por una razón u otra, podemos considerarnos criptojudíos por razones de herencia o tradición familiares... Soy burgalesa - continúa la misiva. Quedé huérfana muy niña y me educó mi bisabuela. Ella que era de familia noble, practicaba el judaísmo en forma inocente, lírica, pura, sintiéndose ligada a sus antepasados, algunos de los cuales fueron victimados, según afirmaba, por la Inquisición. Su influencia hizo que yo siguiera a escondidas, naturalmente, su misma religión mosaica. Como los grupos criptojudíos están desde hace siglos muy relacionados, puedo decir que fue natural que, andando el tiempo, me casara con un caballero andaluz, judío también, de gran influencia en los cerrados círculos hebreos de Granada y Málaga. Por el contrario un hermano de mi marido, el más joven, es sacerdote católico... a partir del Concilio, aceptó que practicáramos la religión que de acuerdo con nuestra conciencia era la verdadera... No diré que somos millones los españoles que, desde hace cinco siglos practicamos disimuladamente la religión hebrea, pero sí somos más numerosos de lo que la gente -y el Estado- supone". El relato en primera persona es definitivo. El núcleo de criptojudíos ya desde el principio fue muy numeroso, por eso no nos extraña la conclusión final de la Sra. Judith.
  
El rabí Abraham ben Salomón de Tourrutiel escribía en su Libro de la Traición que en el año de 5172 (1412-1413 según el calendario cristiano) se habían bautizado más de 200.000 judíos con motivo de las predicaciones de San Vicente Ferrer, aunque, naturalmente, "siempre hay que desconfiar de las conversiones en masa y mucho más tratándose de judíos".
  
Mariano Sículo dice: "comenzaron a vivir como cristianos. Mas después, andando el tiempo, por persuasión diabólica o por la conversación que tenían con los judíos que habían quedado en su ley, o porque es cosa difícil dejar las cosas acostumbradas- porque la  naturaleza de los hombres, que no se sabe mudar, cuando conociendo sus delitos reconocen la virtud y se vuelven a mejor, luego después, como inconstantes y sin firmeza- difícilmente se tornan a sus costumbres siniestras y acostumbradas. Así que, pensando los nuevos cristianos que Cristo no había sido el que Dios había de enviar, y el que ellos esperaban, arrepentidos de su conversión menospreciaban la religión cristiana y celebraban en lugares secretos de sus casas los sábados las ceremonias judaicas, entrando de noche en sus sinagogas y honrando sus fiestas pascuales (30).
  
Los conversos suponían para el pueblo algo más que un teórico cristianismo fingido. Suponían un equívoco tremendamente práctico en lo tocante al problema social y económico que les asfixiaba, pues el pueblo consideraba a estos judíos bautizados como "adúlteros fingidos de incredulidad e infidelidad, padres de toda codicia, sembradores de toda cizaña y división, abundantes en toda la malicia y perversidad, ingratos siempre a su Dios, contrarios a sus mandamientos, apartados de sus caminos y carreras, según de esto da testimonio el salmista Moisés en el Deuteronomio..." (31) (la cita está tomada de la respuesta a la introducción del relato hecho por el bachiller Marquitos, en los sucesos de la Ciudad de Toledo contra los conversos desde el año 1449, que fue el robo que llamaron de Pedro Sarmiento, hasta el año 1467, en el cual se removió la clerecía contra los mismos, cuyo manuscrito se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid, manuscrito 2041, al folio 18 r-v)
  
El escritor judío Cecil Roth no obstante su fobia anticristiana, deja en algunos párrafos traslucir la realidad al escribir que "el populacho que se inflamaba cada vez más, no podía apreciar las sutilezas teológicas y en los marranos veía tan solo a los judíos hipócritas, que no habían prescindido de ninguna de sus características y trataban de hacerse camino hacia las más altas posiciones del Estado" (32) El pueblo con ello perdía la paciencia y exigía por la fuerza, ya que con los medios pacíficos fracasaba, el apartamiento de la vida pública de los conversos. Como decía Fray Alonso de la Espina en su Centinela contra los judíos la única división era la de "judíos públicos y judíos ocultos: para los efectos, todos los judíos" (33) Y con ello no estaba exento de razón al unificar una separación artificial.
  
Los conversos forman un núcleo de población importantísimo, mucho más de lo que buenamente pudiera creerse. No hay que olvidar que la Inquisición española nace, precisamente contra los falsos conversos, contra la quinta columna en la Iglesia, contra los infiltrados, que al principio de su actuación salvo raras y contadas ocasiones, los encausados son todos "Marranos". Es preciso constatar que en muchos autos de fe suenan nombres importantes y familias semitas "distinguidas" y rabiosamente anticristianos, formando los marranos" un verdadero quiste social". (34)
  
Entre las costumbres de los judaizantes se podían citar las siguientes:

    1. Adoptar nodrizas judías para alimentar a los niños de pecho
    2. Cambiarse y adoptar varios nombres
    3. Lavar a los recién bautizados, nada más regresar de recibir el bautismo para "desinfectarles"
    4. Celebrar una doble boda. La endogamia era lo habitual
    5. Manifestar un odio infinito a Cristo
    6. Negación de la virginidad de la Madre de Dios
    7. Cerrar sus ventanas y escupir al paso de la Cruz en Semana Santa
    8. Flagelar el crucifijo
    9. Comisión de ciertos crímenes rituales (Sto. Niño de la Guardia, Sto. Dominguito del Val, etc)
    10. Profanar sagradas formas
    11. Insultar a los cristianos
    12. Prácticas secretas de ritos hebreos. No santiguarse. Rezar el Semá
    13. Beatería externa, alejada de la verdadera religiosidad.
    14. Despreciar las labores de labranza
    15. Sentimiento de "grupo social"
    16. Practicar la circuncisión.
    17. Abstenerse de comer "carnes prohibidas", derivadas del porcino. No utilizar la manteca para los guisos. Abstenerse de conejo.
    18. Guardar el sábado. Ayuno de guardar
    19. Lavar a los muertos y afeitarlos. Amortajarlos con ropa limpia. Ponerles una moneda en la boca. Colocar una cabecera de tierra.
    20. Dedicarse al comercio y actividades lucrativas y financieras.
    21. Acaparar cargos y dignidades eclesiásticas.
    22. Acumular riquezas
    23. Pretender y comprar títulos.
    24. Practicar el denominado "juego de Jesús".
    25. Ser enterrados en tierra virgen.
    26. Guardar el ayuno de Yom Kippur, de Judith, de Ester y de las lunas del 14 de marzo, 9 de junio, 9 de julio, 10 de septiembre, 11 de diciembre y 11 de febrero.
    27. Cambiar la sábana y mudarse los viernes de ropa interior.
    28. Cortarse las uñas y guardarlas bajo tierra.
    etc, etc...
  
Desde el punto de vista político encontramos en los conversos allá donde surge una conspiración o una intriga. Como ejemplo citemos la participación del estamento marrano en el movimiento comunero. Entre otros cabecillas podríamos enumerar a Juan Padilla, casado con María Pacheco, descendiente de judíos, Juan Bravo, casado, así mismo, con la judía conversa María López Coronel, nieta de Abraham Senior, Alfonso de Saravia, Pedro de Acuña - cuñado de Padilla- Iñigo López Coronel, el financiero suegro de Bravo...
  
La fuerza de los conversos fue la de saber callar, conjurarse en el secreto, tapar sus manejos de miradas extrañas y continuar subrepticiamente profesando su fanatismo judaico, formando parte de las comunidades secretas hebreas de cada país y obedeciendo ciegamente a sus dirigentes de Cahal para adueñarse sin que sea percibida su intención, del país donde viven y actuando sólo en beneficio de los de su raza y de lo que Israel representa.
   
El problema de las conversiones ha traído una dificultad añadida y no menos desdeñable desde el punto de vista de la influencia ejercida en España que ha sido, no la presencia de un número mayor o menor de israelitas a lo largo de la historia en la Península Ibérica, sino precisamente su conversión, pues si los judíos no se hubieran convertido, se hubieran mezclado menos y su influencia y posición hubiera sido más detectada y quizá menor, pues al convertirse los judíos tuvieron la vía expedita para acceder a las altas jerarquías eclesiásticas desde donde ejercieron su influencia y arribaron a puestos preeminentes de la nobleza, con lo que modificaron la sociedad española desde dentro e inocularon de "alma judía", de "espíritu judío", al no poder eliminar el converso al judío que llevaba dentro.
  
La influencia israelita, que hubiera sido externa y accesoria de no haber existido el problema converso, pasó a ser "existencial". La penetración fue sutil e íntima, pues no se olvide que el judío que penetró en el espíritu español era, precisamente, el converso y en la peculiar psicología del converso no espontáneo, sino forzado en su intimidad por la presión exterior, el miedo o la conveniencia.
  
No hay duda que la España previa al fenómeno converso era más sencilla en sus expresiones emocionales, más alegre, más desenfadada que la España posterior que fue adoptando un aire más sombrío y cetrino por la inmersión soterrada de los conversos en sus fibras y entrañas.
  
La venganza del judío violado y falso converso fue terrible: (35) "su espíritu, atormentado y deformado, tomó posesión del alma española y no ha abandonado aún su presa".
  
El criptojudío guardaba con celo en el fondo de su alma cuatro sentimientos: una ambición desmesurada, una avidez insaciable, un rencor eterno y un odio inextinguible, (36) que son los cuatro sentimientos del alma judía: la ambición de dominar al mundo; la avidez de poseer todas las riquezas; el rencor contra los goyimlos no judíos y en especial los cristianos-; el odio a Cristo.
  
Erasmo consideraba que España estaba profundamente semitizada (37) cuando escribía que "En España apenas hay cristianos" o" estaís  atestados de judíos. Es un rasgo que os es común, según parece, con Italia y Alemania  en general, pero sobre todo en España". Ese alud de conversos que se aloja en la sociedad cristiana hace necesaria la actuación de la Inquisición que contrariamente a lo que se cree no tenía jurisdicción alguna sobre los judíos, puesto que estos no eran ni herejes ni apóstatas, sino solo contra los conversos falsos, contra los criptojudíos, para hacerles cumplir las promesas formuladas.
  
El converso es el contrapunto del hidalgo. El criptojudío busca la especulación y se desenvuelve bien en ambientes y medios financieros. Es mentiroso, vanidoso, soberbio; practica la doblez frente a los valores de nobleza, fidelidad, sinceridad y humildad.


REFERENCIAS

1. Rivanera Carlés, Federico, "Los judíos conversos, obra inédita", p 1
2. Ibid
3. Roth, Cecil, "A History of the Marranos", Buenos Aires, 1946, Prólogo
4. Ibid, p 15.
5. Baroja, Julio Caro, "Razas, pueblos y linajes" (Universidad de Murcia, 1990), p 115.
6. Blázquez, Miguel Juan, "Inquisición y criptojudaísmo" (Kaydeda, 1988), p 21.
7. Boyer, Jean, "Los peores enemigos de nuestros pueblos" (Colombia: Editorial Libertad, 1979), p 23.
8. Wast, Hugo, "El Kahal" (Burgos: Editorial Aldecoa, 1946), p 43.
9. Wast, Hugo, "Oro", p 87.
10. Ibid, p 160.
11. Ibid, p 28.
12. Ibid, p 40.
13. Ibid, p 46.
14. Ibid, p 45.
15. Ibid, p 50.
16. Caro Baroja, Julio, "Destino del judío hispano" (Madrid, 1963), p 408.
17. Ibid
18. Ibid, p 415.
19. Ibid, p 417.
20. Fernández Suárez, Alvaro, "Los judíos en la España moderna y contemporánea," Indice (September 1966), p 7.
21. Ibid, p 15.
22. Ibid, pp 18-19.
23. Blánquez. Miguel, p 316.
24. Rivanera Carlés, p 2.
25. Caro Baroja, p 121.
26. Ibid, p 125.
27. Ibid, pp 149-150.
28. Roth, p 13.
29. Serrano, Eugenia, "Literatura y guerra santa," Diario El Alcázar (05 September 1972).
30. Marineo Siculo, L., "Vida y hechos de los Reyes Católicos" (Madrid, 1943), pp 68-70.
31. Biblioteca Nacional, "Manuscrito 2041", Folio 18v-v.
32. Roth, p 36.
33. López Martínez, Nicolás,  "Los judaizantes castellanos y la inquisición en tiempos de Isabel la Católica" (Burgos, 1954), p 78.
34. Ibid, p 261.
35. Ibid, p 335.
36. Wast, "Oro", p 46.
37. Blánquez, Miguel, p 129.


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